EL CINE ESPAÑOL EN EL RECUERDO
Producción: CIFESA
Dirección: JUAN DE ORDUÑA
Argumento: La obra teatral de MANUEL TAMAYO Y BAUS
Guion: Manuel Tamayo, Alfredo Echegaray, Carlos Blanco, José Mª Pemán, Juan de Orduña
Fotografía: JOSE F. AGUAYO
Música: JUAN QUINTERO
Decorados: Sigfrido Burmann
INTÉRPRETES:
AURORA BAUTISTA, FERNANDO REY, SARA MONTIEL, JORGE MISTRAL, JUAN ESPANTALEÓN, JESÚS TORDESILLAS, RICARDO ACERO, MARÍA CAÑETE, MANUEL ARBÓ, FÉLIX FERNÁNDEZ, LUIS PEÑA, MANUEL LUNA, CONRADO SANMARTÍN
Duración: 111 minutos
BLANCO Y NEGRO
La princesa Juana de Trastámara, hija de los Reyes Católicos, está locamente enamorada de su marido, Felipe el Hermoso, hijo del emperador Maximilano de Austria, pero no es correspondida por éste. El archiduque prefiere las aventuras con otras mujeres, causando de esta manera la locura de Juana. Su dolencia se agravará a causa de la temprana muerte de su marido. Uno de los grandes éxitos de la historia del cine español y película que implantó la tradición del cartón-piedra.
COMENTARIO DE AURORA BAUTISTA
Mi familia no estaba muy de acuerdo con que yo siguiera con la profesión, pero yo le pedí a mi padre que me dejara intentarlo y en 1947 empecé a trabajar en el Teatro Español con “El sueño de una noche de verano” de Shakespeare. Haciendo esta obra y otra de Schiller, “La conjuración de Fiesco” fue donde me vio Juan de Orduña y me propuso hacer “Locura de amor”. Yo entonces no sabía lo que era el cine. Mi padre estaba muy asustado porque veía que la crítica teatral me trataba muy bien y le daba mucho miedo que hiciera una prueba para el cine. Me costó mucho convencerle porque yo era menor de edad y él tenía que firmar los contratos, pero, al final, le convencí. Así que me puse frente a una cámara sin saber lo que era el cine, confiándome del todo a Juan de Orduña. En cualquier caso el productor estaba muy preocupado porque yo era una muchacha desconocida para formar parte de un reparto importante y también porque a causa de mi inexperiencia podría estropear mucho celuloide que entonces estaba a precio de oro, ya que España estaba entonces muy mal de divisas. En principio el productor se opuso a que yo fuera la protagonista, pero Juan de Orduña creyó en mí. Me hacía ensayar a conciencia cada escena y yo le cogí el aire bastante pronto, hasta que llegué a hacer la escena en dos o tres tomas a lo sumo. El productor empezó a ir cambiando y acabó confiando en mí del todo. De vez en cuando aparecía para mirar porque no se acababa de creer que yo progresara de la forma en que lo hacía. El resultado fue que llegó un momento en que me puso un coche para ir al trabajo y así dejé de coger el autobús. La cuestión es que, como todo el mundo sabe, la película fue un éxito y posibilitó que hiciera “El curioso impertinente”, antes de firmar una exclusiva con Cifesa por tres años que me permitió una promoción importante y un reconocimiento unánime, al considerarme una figura del cine.

Juan estaba muy documentado sobre el trabajo de los actores porque, como dices, contaba con su propia experiencia. El dirigía muy bien, sobre todo ese tipo de cine que se basaba en la historia y en los sentimientos del ser humano. Era un cine muy sentimental y romántico, como lo es la obra de Tamayo y Bauss, de donde se tomó la idea de la película. Esa clase de trabajo se le daba muy bien, como también se le dio perfectamente todo lo referido a los movimientos de masas. En “Agustina de Aragón” demostró un perfecto manejo de la cámara para registrar los avances del ejército napoleónico y la defensa de Zaragoza por los españoles. Todo lo hizo dejando a un lado el sentimentalismo o el melodramatismo de su cine, como el verdadero profesional que era, llevando a cabo un trabajo muy meritorio de cámara. Yo creo que en estas películas Juan de Orduña sabía muy bien lo que estaba haciendo.
La verdad es que tuve un comienzo muy afortunado en el cine, aunque de una manera bastante inconsciente. Yo sólo era consciente de mi trabajo, de que me habían encomendado el papel de Doña Juana y, consecuentemente, traté de documentarme de la mejor manera posible. Además ya había hecho con mi profesora del Conservatorio algunas escenas de este personaje, porque se trata de un personaje bastante conocido entre la gente del teatro, de modo que cuando me lo propusieron yo ya había tomado mis medidas. Me estudié el guion y he de reconocer que el personaje me resultó fácil desde el principio. Siempre he creído que se trata de un personaje histórico mejor, incluso, que el de su madre Isabel la Católica. Es muy rico en afectos, de difícil ubicación histórica porque tiene una educación medieval y luego vive parte del Renacimiento de Europa. Juana, incluso, llegó a pedir confesores franceses y no españoles porque los primeros tenían una mentalidad más abierta, mucho más que la rigidez que imperaba entonces en España. A mí me parece un personaje riquísimo de matices y no me importaría nada hacer una nueva versión del personaje, más moderna, por supuesto, que la de Manuel Tamayo y Baus. Sin embargo para mí no deja de tener una fuerza increíble este comienzo de mi carrera en el cine porque tuvo un éxito muy grande y porque el personaje era estupendo. Aún me sigue gustando mucho. (Entrevista con AURORA BAUTISTA. Antonio Gregori)
COMENTARIO DE SARA MONTIEL
Con Locura de amor sí empezó a sonar mi nombre, pero a mí me pilló en una época muy mala porque la hice con 19 años en un momento en el que cumplir años me preocupaba. Yo quería con seguir un éxito de joven, un éxito inmediato. Creía entonces que lo normal cuando se tiene éxito era conseguirlo antes de los 20 años. Ahora sé que no es así, sino que es después cuando se tienen los recursos y la capacidad para asimilarlo. Se tienen más oportunidades, o al menos, es más difícil que pierdas la ocasión si te llega.
Locura de amor sí fue una oportunidad que no perdí. La hice con una fuerza y una garra tremendas, pero la que triunfó luego y se llevó todas las críticas y la atención del público fue Aurora Bautista. Por supuesto, Aurora era la protagonista y estaba fabulosa, mientras que yo solo tenía un segundo papel, bastante bueno y agradecido, pero al que hice destacar más aún gracias a mi interpretación y mi personalidad. Hasta el punto de que la gente, cuando iba a ver la película, decía:
– La que está buena es la mala. Esa está buenísima
En Locura de amor yo era la princesa Aldara, una mala malísima que iba contra Juana la Loca. Como es lógico todo el mundo estaba a favor de la reina y yo pasaba inadvertida. Sin embargo creo que quedé muy bien físicamente y también como actriz. Recuerdo que rodamos una escena en la puerta de la catedral de Burgos y como hacía un frío terrible, Jorge Mistral y yo teníamos que coger trozos de hielo y ponérnoslos en la boca. Cuando decían: ¡Cámara! escupíamos el hielo y empezábamos a hablar. De no hacerlo así nos salía tanto vaho que parecía que estábamos fumando y en los primeros planos se condensaba muchísimo. Así cogí una pulmonía. Lo cierto es que yo ya estaba enferma, aunque no lo sabía y tuve que pasarme casi todo el año 1948 en un sanatorio antituberculoso en la sierra: el Sanatorio San Rafael. Allí estaba todavía la noche en que se estrenó la película, que fue una de las noches más tristes de mi vida. Y eso que en el sanatorio tuve ocasión de pasar noches muy tristes, porque a través de los balcones que daban a unas grandes terrazas veía cómo bajaban los cadáveres de montones de chicos jóvenes que morían como chinches, enfermos de tuberculosis. (MEMORIAS de SARA MONTIEL)
JUAN DE ORDUÑA (Madrid, 1907- 1974 Madrid)
Actor, Director, Productor y Guionista de cine. Licenciado en Derecho.
Debuta en el teatro en 1923 con la Compañía de Emilio Thuillier. En 1924 realiza su primera película como director de cine, La casa de la Troya de Pérez Lugín y Manuel Noriega. Es director de algunas de las películas más populares del cine español de los años 40 y 50, entre ellas, Locura de amor (1948), Pequeñeces (1949), Agustina de Aragón (1950), La leona de Castilla (1951), Alba de América (1951) o El último cuplé (1957).
EL AUTOR:
MANUEL TAMAYO Y BAUS (1829- 1898)
Hijo de actores, nació en Madrid y pasó sus años de infancia entre tablas y bastidores. Llegó a ocupar importantes cargos en la administración cultural española, entre ellos, Secretario perpetuo de la Academia Española, Director de la Biblioteca Nacional y Jefe del Cuerpo de Archiveros y Bibliotecarios. La acogida, muy fría, de la crítica y del público a su obra “Los hombres de bien” le dolió tanto que fue su última comedia, aunque llegó a vivir treinta años más.
Es autor, entre otras de “Virginia”, “Una aventura de Richelieu”, ”La rica hembra”, La bola de nieve” o “Un drama nuevo”
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