Uno de los temas clave de este 2022 en el ámbito de la Unión Europea es la seguridad y la defensa. Para el 21 de marzo de este año, está previsto que se celebre el Consejo de Asuntos Exteriores en el que teóricamente se adoptará el Strategic Compass o Brújula Estratégica. Este documento pretende ser una revisión o complementación de la EU Global Strategy (EUGS) de 2016, documento donde se establecen los principales retos que debe afrontar la UE en el ámbito de la seguridad.
El proceso de debate para definir el Strategic Compas se inició en 2020 bajo presidencia alemana y culminará en 2022 con presidencia francesa, iniciada el 1 de enero de 2022. Precisamente, Macron ha sido el líder europeo que más énfasis le ha dado al debate sobre Autonomía Estratégica y Cooperación en Defensa. Por lo tanto, hay mucha expectación por lo que puede ofrecer este documento, en especial tras la crisis ucraniana y las relaciones China-UE.
Este documento, según varios expertos, no debería revisar los meta-debates sobre seguridad que se dieron en el EUGS(1) o repetir las dinámicas de eternos debates sobre la Autonomía Estratégica, sino dotar de contenido práctico, reducir la distancia entre ambición y realidad y clarificar la imagen global de la cooperación en UE en materia de defensa.
Debería tratar, por ejemplo, uno de los temas más importantes en relación a la defensa, la relación OTAN – UE. Ya desde la presidencia de Donald Trump las relaciones han ido decayendo, sumado a los debates constantes en el ámbito europeo sobre Autonomía Estratégica y creación de un hipotético ejército europeo. La elección de Biden parecía augurar que estas relaciones iban a mejorar, pero la situación en Ucrania pone de manifiesto que la UE necesita imponer su postura, si la tiene, y que no es viable siempre estar subordinado a los intereses de los Estados Unidos.
La necesidad de definir la relación entre UE – OTAN llega incluso a afectar a España directamente en sus relaciones de vecindad sur: mientras las relaciones España-Marruecos decaían históricamente, Estados Unidos firmaron importantes acuerdos militares con Marruecos o el hecho que ni Ceuta ni Melilla constan como territorio donde se aplicaría el artículo 5 de la OTAN referente a la defensa mutua. En esta línea, el académico Sven Biscop propone que las relaciones OTAN-UE, en vez de ser de subordinación, sean de concordato -en referencia a los acuerdos entre Iglesia y Estado donde se regulan las competencias y los campos de actuación-.
Siguiendo esta lógica, en el ámbito de seguridad territorial, la UE aún no puede responder autónomamente. Este hecho se evidenció en la guerra de los Balcanes y se ha evidenciado una vez más en el supuesto escenario de invasión rusa a Ucrania. A pesar de ello, hay muchos otros aspectos referentes a la seguridad donde la UE debería actuar de manera autónoma, por ejemplo en relación con China. Las relaciones UE-China son estrictamente diplomáticas y económicas, no implican problemas de seguridad, al menos en el aspecto clásico, por tanto subordinarse a intereses de la OTAN no tendría sentido ni sería recomendable.
Hay otro escenario que contempla aquellas iniciativas que pueda tener la UE en las que la OTAN ejerza un papel de “apoyo”. Iniciativas como misiones de seguridad marítima en el mediterráneo o misiones en el Sahel contra el terrorismo, problemáticas que son de primera importancia para la mayoría de los ciudadanos europeos pero no para EE.UU. Este escenario no sería contradictorio ya que las prioridades de EE.UU hace ya años que viraron hacia el Pacífico, no al Atlántico. Vale la pena plantearse este tipo de situaciones, especialmente tras las desastrosas misiones militares francesas en el Sahel, donde no han podido evitar que se convierta en uno de los “safe havens” más importantes del terrorismo yihadista, sumado a la presencia de los grupos de mercenarios rusos.
Por otro lado, el documento también debería hacer una revisión sobre las prioridades propias de la UE y evaluar la gobernabilidad en el ámbito de la cooperación en defensa tras el establecimiento de las diferentes agencias e instituciones.
En principio y tal y como estaba estipulado, la primera fase del debate establecería las principales amenazas a la seguridad europea. Este proceso tiene el riesgo de acabar siendo un proceso de “Christmas Tree aproach”, es decir, una acumulación de prioridades en defensa de los estados miembros sin coordinación, acabando teniendo más prioridades de las realizables. Es evidente que los diferentes países de la UE tendrán diferentes preocupaciones, hecho evidenciado de nuevo por la crisis en Ucrania. Mientras las repúblicas bálticas o Polonia mantenían discursos belicistas, Francia y Alemania intentaban rebajar tensiones. Por otro lado, la problemática del Sahel, será considerada prioritaria por España, Francia o Italia, a diferencia de los países nórdicos. Es esencial, por tanto, establecer mecanismos justos de toma de decisiones, huir de unanimidad en defensa, pilar en el proceso de toma de decisiones en el ámbito europeo, y tener procedimientos de evaluación continuos por parte de la Comisión y el Parlamento para así reducir el peso de los intereses nacionales.
Sobre la gobernabilidad en la cooperación en defensa se debería hacer un plan estratégico para dar dirección y coordinación a las diferentes agencias e instituciones. Se debe destacar la exitosa actividad en cooperación bajo la PESCO (Cooperación Estructurada Permanente), establecida en 2017, donde España destaca por su aportación sobre proyectos de defensa. Ha sido fundamental el papel de la Agencia Europea de Defensa, que ha visto incrementado su papel desde que se creó en 2004.
Tras verse que técnicamente funciona el sistema de coordinación en defensa, el Strategic Compass debería dotarlo de contenido político y estratégico mostrando, sin ambigüedades, no solo los objetivos o retos sino más bien el cómo se conseguirá con procedimientos específicos y otorgando responsabilidades a las diferentes instituciones y agencias.
Esto es más necesario que nunca para poder afrontar las diferentes crisis que puedan venir y profundizar sobre la integración en defensa de la Unión. Así, la Unión Europea ganaría Autonomía Estratégica y podría establecerse como un actor mundial a tener en cuenta, no solo en el ámbito económico y diplomático, sino también en el militar.
Interesado en el ámbito de la Integración Económica, habiendo realizado prácticas en la Delegación de la Generalitat en la Unión Europea, en Análisis Macroeconómico Internacional y en Seguridad y Defensa.
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